Y como siempre, nos sentamos a ver las hojas caer. De la mano, con su ruido y sus sonrisas y sus chistes, tan poco graciosos como siempre, pero nos gusta ver las hojas caer.
Y caminamos de pie, de la mano como siempre, pateando las hojas, con su risa y sus miradas, pero disfrutamos más así.
Y cuando cae la nieve y cubre las hojas es mejor, los sigue siendo. Aunque sabemos que siguen ahí abajo, con sus gestos y sus malas bromas.
Y jugamos con ella y nos reímos también y caminamos, de la mano, mientras las hojas mueren ahí muy abajo.
Y con el frío más tarde, juntos lo pasamos abrazados cuando las hojas partieron ya, y se llevaron sus burlas y sus pasos.
Y ese maldito sol que nos separa… Cuando las hojas nacen de nuevo.
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